Yo no entiendo la verdad a toda
esa gente que quiere seguir pensando que el problema en México en este momento se llama sólo reforma
“educativa”.
Gente que acostumbrada a la
evasión quiere olvidar que enfrentamos momentos en que no podemos hablar de que
en México exista para la mayoría una verdadera “calidad de vida” y ojo esto no
debe confundirse con nivel de consumo.
La calidad de vida es algo que
sólo conocen los pocos muy ricos de este país.
La realidad aquí es que no existe
equidad ni política, ni económica, ni de impartición de justicia.
Todos sabemos que en México la
justicia se aplica únicamente para quien no tiene dinero o “conectes”.
Todos sabemos que no se necesita
ser sabio para darse cuenta de que en México la democracia es una caricatura al
servicio de partidos políticos que se alternan la silla presidencial sin
verdaderas intenciones de bienestar social para el pueblo, que no reparan en
cambiarse de un partido a otro, de un día para otro.
Tampoco hay que ponerle mucha
cabeza para darse cuenta que desde hace por lo menos tres periodos electorales
el pueblo ha tenido que aceptar que las oligarquías económicas y políticas
decidan quién va a gobernar, le han arrebatado al pueblo sus derechos en
fraudes electorales, guerras sucias mediáticas y demás artimañas que sólo son
posibles en un país que no tiene una formación histórica y política sólida para
poder ubicar que todo esto es –incluso- bizarro.
¿Alternancia? Nos dio igual,
tuvimos que pagar nosotros la condonación de la deuda que “papá” gobierno le
aprobó a la banca (Fobaproa), hace ya un tiempo, a pesar de que había también
entonces muchos “piojosos” inconformes a los que no les valió de nada
manifestarse, claro eran los menos, “bola de revoltosos” “que se pongan a
trabajar”.
Así como también ceder el paso
franco que se le dio en otro momento a países con mayor infraestructura para
enfrentar un Libre Comercio que le convenía más al vecino y no a nosotros.
¿Y acaso podemos decir que dicha
alternancia ha servido de algo?
“Durante los años de la Administración
Calderón el crimen se incrementó de forma alarmante, hasta el punto de que
México llegó a ocupar el quinto lugar mundial de países con mayores índices de
delincuencia organizada y el decimotercer lugar en el ranking en delitos de
orden común, hecho que significó que uno de cada cuatro mexicanos pudiera ser
víctima de un crimen al año. A pesar de que los recursos asignados a la Secretaría
de Seguridad Pública se multiplicaron y después de que la Administración de Felipe Calderón declarara que la prioridad
de su mandato era la seguridad y la “guerra contra el narco”, las violaciones a
los derechos humanos se incrementaron de forma exponencial.
En un sexenio, la violencia, asociada al
crimen organizado, dejó una estela de víctimas: más de 65,000 personas
asesinadas, constantes violaciones a los derechos humanos, pérdidas de
inversión, corrupción, impunidad y un clima de miedo, terror y desconfianza
entre la sociedad. Todo ello sumado al vacío de la autoridad federal. A raíz de
lo expuesto, durante el último año de la Administración de Felipe Calderón los 32 estados que componen la Federación Mexicana
sufrieron una severa metástasis provocada por la violencia ligada al tráfico de
narcóticos (pero también al tráfico de personas) hacia Estados Unidos. Según
diversos informes, a principios de 2011, 13 de las 50 ciudades más peligrosas
del mundo eran mexicanas.”[1]
¿Cuál
estabilidad? Familias desintegradas porque los mexicanos siguen migrando a
Estados Unidos en busca de una mejor calidad de vida que no encuentran aquí,
presos de una anarquía delictiva que nos mantiene en estado de sitio permanente
en nuestro propio país, porque todos aceptamos que “por seguridad” debemos
estar en casa temprano, no subirnos a taxis porque son riesgosos, no caminar
solos, no confiar en extraños, en la policía tampoco porque la vox populi dice que a falta de buenos
sueldos y amenazas ya están también del lado de “los malos”…
Y bueno… ¿no
todo eso era el trabajo de lo que se da por llamar gobierno o Estado?
Tenemos más de
dos décadas exigiendo justicia por las muertas de Juárez, una cantidad
impresionante de feminicidios que “el gobierno” es incapaz de resolver a pesar
de haber recibido ya informes de Amnistía Internacional en donde se pone en
evidencia la responsabilidad del narco y los mismos cuerpos policiacos.
Pero al narco el
gobierno no puede hacerle frente, a los maestros sí.
Vaya pero qué
cosa, haciendo un balance de todo esto resulta que mientras los mexicanos están
trabajando y pagando “no pocos” impuestos para que el Estado se encargue de
mejorar sus condiciones de vida, el balance general arroja que en todo salimos
mal parados porque los encargados de esto, no hicieron su trabajo.
Y a ellos
entonces ¿no hay que pedirles rendición de cuentas? ¿No hay que evaluarlos?
No sé en qué
momento nos hicieron creer a los mexicano que no tenemos derecho a exigirle al
“patrón”, quizá porque probablemente no hemos superado ideológicamente 500 años
de dominación, así que ahora puede no ser española pero sí priista, perredista,
chivista, cocacolista, televisiva y/o cualquier nombre que se le pueda poner a
los distintos YUGOS a los que aceptamos voluntariamente someternos, sin
terminar de entender que los patrones somos NOSOTROS.
Habría quizá que
revisar de nuevo ese ensayito de Paz sobre el carácter del mexicano en el Laberinto de la soledad, parece ser que
el concepto de “la chingada” no lo terminamos de asimilar, ni entender, en
consecuencia: de superar.
Hemos librado
una batalla para bajar del altar a dioses arcaicos, para subir en los mismos a
la nueva figura todopoderosa, la que nos dice cómo vestir, cómo hablar, qué
pensar a quién odiar, etc. etc. “Televisa y TV Azteca concentran el 88 por
ciento de las concesiones de la televisión abierta; tienen el 51 por ciento de
todos los canales espejo de televisión digital; acaparan el 94,4 por ciento de
la audiencia televisiva; controlan el 58 por ciento del total de la inversión
publicitaria en México (Asociación Mexicana de Derecho a la Información, AMEDI,
2012).”[2]
Y eso no quiere
decir que defienda que en educación estamos muy bien, por el contrario,
concuerdo con que la situación está por los suelos, pero no es un problema que
sólo deba atribuirse a uno de los actores que intervienen en los procesos de la
enseñanza.
Hace un tiempo
cuando –por estrategia política- se cambió el criterio de avaluación que
anteriormente era de 0 a 10 y después
de 5 a 10, recuerdo fuertes discusiones
de los maestros hacia dentro del sindicato oponiéndose a que esto se aplicara,
(eran los inicios ya de una reforma “educativa”) fundamentalmente porque era
una estrategia que buscaba incrementar los números de egresados, no así el de
su calidad educativa, pero entonces no supe de padres de familia preocupados por
esto, por el contrario, mientras “sus hijitos” pasaran con un seis mejor para
ellos, no se hablaba entonces de aprender sino de acreditar.
Muy bien,
hablemos de educación, pero desde lo que corresponde a cada quien, en la
educación interviene el alumno, el maestro, los padres, la administración, las
políticas educativas, etc. etc.
Hablemos de
educación, pero verdaderamente, no sólo con los discursos baratos, limitados y
convenencieros con los que se trata de poner a los maestros como los buenos o
los malos; esto compañeros míos es la realidad, no una telenovela donde los
estereotipos sí funcionan así.
Ahora me ha dado
mucha risa que el cuestionamiento sea el por qué los maestros ganen diez o doce
mil pesos, y ahí están todos los que no ganan eso peleando, haciendo lo que más
les gusta a los “verdaderamente” ricos, vernos desde sus cómodos asientos, como
aquellos emperadores veían en los circos romanos pelear a los gladiadores para
su divertimento.
¿No el punto
aquí debería ser que todos ganaran por lo menos eso?
¿Qué el problema
de México en este momento se llama “reforma” educativa”?
Jajaja no
señores y señoras se llama CONCIENCIA.
A mí, en realidad no me preocupan tanto los gobiernos, lo he
dicho muchas veces, sino los pueblos que los sostienen porque a final de
cuentas son su reflejo.
El gobierno con su aparato mediador y ejecutor ha perseguido
desde hace tiempo que la educación en este país sea sólo demagogia, porque a
final de cuentas lo que se ha buscado siempre desde quienes detentan el poder es
que el pueblo se hunda en la ignorancia para poder tener un ejército de consumo
que los mantenga muy cómodamente y hemos caído en el juego.
¿No basta con que hayamos aparecido en uno de los últimos
estudios como el país más ignorante del mundo?
EL PAÍS MÁS IGNORANTE DEL MUNDO, SÍ, ASÍ ES.
Y esta ignorancia no tiene que ver con los resultados que se
nos presentan de egresados de escuelas superiores públicas y privadas, eso en
el fondo lo sabemos todos, los títulos en este país, sólo sirven como un
soporte físico para adornar las salas familiares, humillar a los que no los
tienen y justificar la pelea por un puesto de trabajo “patito” igual que el
título.
¿A quién le importa en ese contexto la educación
verdaderamente?
La educación transforma, de raíz, un lector se demuestra en
lo que hace, piensa, escribe, vive.
La verdadera educación no necesita títulos.
Ahora bien, volvamos,
que ¿estamos mal en educación?
Sí, muy mal. Pero porque el sistema desde arriba funciona
mal, los maestros fuimos mal educados por sistemas que buscaban desde antes NO
EDUCAR.
Si revisamos con un poco de lógica no estamos canalizando bien
la ira, nos han echado a pelear entre nosotros, para que no distingamos a donde
se tiene que ver para buscar las razones de estos resultados y hemos vuelto a
caer.
El dedo acusador del brazo que mece muchas veces la cuna, el
de los medios de comunicación, es quien señala, acusa y alienta la ira del pueblo contra el
magisterio, y seguimos picando a sabiendas de que se ha demostrado que reciben
dinero del sistema en el poder para vendernos mentiras, discursos dictados, en
un país sin ley, sin democracia, en un país en donde decir las cosas implica
que aparezcas en la lista de muertos colaterales por la guerra contra el narco,
la macro fosa común adonde van a parar todos los que ya no importa de dónde
venían, si del 132, los 43, llámese como se llame.
Pero seguimos picando ante los señalamientos de los
periodistas chayoteros que incitan al odio contra -a final de cuentas- el
último bastión de la resistencia sindical de este país.
No intento con esto evadir que los sindicatos están
amafiados desde hace mucho tiempo, ni que los recursos de los gremios
magisteriales en su lucha sean muy poco acertados. Sobre eso habrá que discutir
mucho para sanear cánceres.
Lo que pretendo es ver en perspectiva y ubicar que en
términos generales el país está muy mal y la prioridad no está en atacar a los
maestros, para ello antes tendríamos todos que revisarnos e identificar nuestra
participación cotidiana en los ejercicios corruptos que se han convertido en
una práctica cultural cotidiana, a eso creo es a lo que más le tenemos miedo,
porque en el fondo lo sabemos y hay un desasosiego terrible de ver a la cara al monstruo en el que nos hemos
convertido, asumir que somos todos los responsables de que esto vaya tan mal,
así que preferimos señalar al otro.
Pero no señalamos al otro poderoso que nos jode desde
arriba, al bonito de la tele, a la cara pintada de la revista; señalamos al
jodido del pueblo igual que nosotros, porque así nos lo dice el periodista
chayotero que tiene que ser.