jueves, 25 de agosto de 2016

Te quiero vida mía,te quiero noche y día (...) te quiero con ternura, te quiero con locura, sólo vivo para ti.

Son las 12:32
Dice el reloj de la sala -el que te gusta porque toma la temperatura exterior-, que hace treinta y dos minutos pasó ya el mediodía.
Mañana a esta hora habrá despegado ya el avión de Barajas, rumbo a otra historia de nuestra historia.
Me encanta soñarlo, pensarlo, prepararlo, no sé tampoco sujetarme a lugares, perdóname por eso, por remover tus raíces, tu temperamento sereno…
Será la primera vez que nos separemos por un tiempo largo,
-          ¡No es mucho!
nos repetimos, pero yo te he comenzado a echar de menos desde hace como un mes, cuando la mugre máquina nos mandó la confirmación de vuelo…
De pequeña fueron años de la misma escena…vivíamos en un sitio, lejos de papá porque su trabajo estaba en otro lado…no me pesaba tanto su ausencia como el pensarlo solo, solo de nosotros, que éramos luego solo nosotras y él se quedaba solo, estaba solo.
Perdóname papá,
perdónanos por ser mayoría
porque te tocaba a ti trabajar…
porque separarse de mamá parecía menos malo,
pero yo sabía
yo sé
no es cierto.
Ahora
la misma escena…
Son pasadas las doce, mañana a esta hora habrás vuelto a casa, a comer al Mirador quizá, será la estrategia de los abuelos para paliar la nostalgia, intentarán…
Intentaremos…
Hago ahora maletas en silencio…
Comienzo a contar días para volver a dormir abrazada a tu espalda, a enojarme porque no logro levantarte, a pelear por la cama con Alea que mi pellizca el ombligo y te jala el pelo…
Hago ahora maletas en las que no va tu playera de hojas que tanto quieres y yo detesto, tus 400 cables y tu reloj ese -el que te gusta tanto porque toma la temperatura exterior-, y que dice que son ahora ya las 12:36, menos de las 24 horas que hacen un día, el último de nuestra historia aquí…


lunes, 22 de agosto de 2016

Madrid 1

Cuando llegué por primera vez a Madrid, hace ya cuatro años, me instalé en un piso compartido en Alcalá de Henares.
Han pasado desde entonces infinidad de cosas.
Ahora quiero recordar una del principio que se enlaza con otra del hoy.
Traía como muchos latinoamericanos “la espada desenvainada”, no quería pensar en que estaba arribando a la tierra enemiga.
Todo me parecía que estaba bañado por el oro arrebatado al imperio azteca y todos estos hijos de Cortés no entendían nada de nada.
No me gustaba la comida, me parecía que siempre era la misma en todos los menús.
Me chocaba escuchar el griterío, el dejo de “perdonavidas” con el que andan los españoles por ahí, ajenos a todo lo que es “edpañol, pero no de Edpaña”, así que me la pasaba con los auriculares puestos intentando evadir la idea de que no estaba en México y no lo estaría por un buen tiempo.
Han pasado cuatro años y puedo decir que entendí que el “perdonavidas” es el ancestral gandalla mexicano; que las albóndigas, aunque no tengan chile chipotle si las hace el abuelo Felipe están para chuparse los dedos; que, aunque los bocadillos no tengan más que jamón y queso, es el jamón más rico y el queso curado más apestosamente delicioso; que las cañas son sociales aquí y allá; que tener un océano de por medio no me ha hecho sentir lejos de casa.
Que una familia no tiene nacionalidad.
Madrid, Madrid, Madrid…

Tierra lejana y mía, tan mía como la sangre de la tierra compartida en la más entrañable de las uniones…

viernes, 19 de agosto de 2016

He comenzado a despedirme


 
Quedito
Para que no te dieras cuenta
para que
no me diera cuenta…
He comenzado a despedirme de tus calles, tus aromas, de los cuatro años de mi vida que me di, de los cuatro años de mi vida que nos di…
De la puerta que me abriste
De tu amor
y de tu tierra
De la sangre que me diste
De la carne que te di
He comenzado a despedirme con la panza, con un pequeño hueco de la panza que me avisa, que me alerta, un pequeño chillido inaudible en la nariz, un crujido en el silencio, de tu casa que me diste, de la casa en que parí…
He comenzado poco a poco
poco
de a poquito
a despedirme en silencio
a los oídos de los perros, de la tierra, de la madre,
de la casa en que parí…
He comenzado…
para perpetuarte
acorazarte
rasguñearte los sonidos y las hambres
de la boca que no abro

del ombligo que enterré.