Hay días terribles en que uno piensa de pronto en acostarse
lo más pronto posible antes de que la lista de infortunios se incremente. Ayer
la computadora hizo huelga y la regadera (ducha para españolandia) estaba
inundada.
Esto último claro debido a que a diferencia de nuestros
baños en México en donde uno asume que el piso es una superficie más que se
pisa con las chanclas, en el “primer mundo” es una especie de cápsula con un
material transparente como de un plástico muy rígido, cubre un piso limpísimo
en el que uno se baña descalzo, lo cual implica un aseo distinto que de no
realizarse de la manera correcta puede desembocar en estragos e inundaciones
poco higiénicas.
Cambiar de territorio implica -por lo regular- aceptar que las cosas sean distintas y que uno debe
re-aprender.
Ayer intentando salir corriendo temprano hacia la biblioteca
como cada día, me enfrenté a una máquina
muerta, en México hubiera sido más fácil, le hablas al cuate informático y le
pides que te eche la mano aunque sea de fiado ¿no?, la cosa es salir del paso,
aquí no conoces a nadie y lo más terrorífico: cada paso que se da se cuenta en “temibles”
euros.
Decidí mejor enfrentar la ducha y aprovechar a adelantar mi
día de aseo programado por turnos de las áreas comunes del piso, así de paso me
desenfurruñaba y pulía mi cuevita.
Aquí no hay tendederos externos, casi todo se tiene que
resolver desde la lavadora –imprescindible de un hogar español- no hay tu
lavadero y tu gran patio interno, aquí se tiende o en las ventanas donde todo
mundo en la calle ve tus calzones o dentro de la casa en unos tendederos que
son como un burro de planchar, pero ahí también todos los de la casa pueden contar
hasta dónde llega y cuál es la calidad de tu arsenal de bragas y sostenes…en
fin…fuera pudor.
Otra cosa bastante peculiar en que en las casas no hay
licuadoras, es más todos ponen cara de: ¡what! cuando dices licuadora, así que
uno tiene que salir corriendo a buscar uno de esos Multibraun para ir
resolviendo eso de hacer salsitas, sopitas y un guisadito.
Aquí eso de llamar piso es porque casi todo mundo vive en
edificios, a veces con portero y elevador, una puerta exterior que se abre con
extrañas resoluciones eléctricas y por lo regular interfones.
Los trastes los suelen lavar en lavavajillas cosa que me
sigue pareciendo complicado.
La basura se separa en cuatro tipos distintos vidrios,
latas, orgánica e inorgánica. Siempre hay unos contendedores en casi cada
cuadra identificados por colores y por la noche pasan los camiones que algunas
veces sin necesidad de personal humano, mediante unas cuñas automáticas sube
los contendores y vacía los desechos en el camión y otras con gente que sólo
monta sobre las cuñas dichos contenedores.
Toda una dinámica por aprender.
Al final del día con todo el dolor de mi corazón y mi nariz,
tuve que recordar a Giada diciéndonos a la argentina y a mí, su problema con la
ducha es de pelos y resolverlo.
Lo de la computadora resultó ser que la batería ya dio lo
que tenía que dar, así que descubrí -gracias a Toño el de Perú-, que la cosa
ésta funciona sin batería, sólo que es de no moverla porque está de “mírame y
no me toques”, así tendrá que ser hasta que los de la beca me depositen y pueda
ir a pagar con euros las perlas de la virgen.
Para ser más exactos en Madrid, uno elije, cuando puede, vivir en el centro en la forma que describes o irse a la periferia y disponer de algo más de espacio y sobre todo de unas cañerías y un sistema de recogida de basuras más moderno y eficiente. Los auténticos privilegiados en España, son los provincianos, ellos si tienen espacio y la posibilidad de esconder sus bragas lejos de la vista de los demás.
ResponderEliminarJajajajaja me tendré que ir a la provincia...
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