martes, 10 de mayo de 2016

Hasta pronto Martín

Hoy es un nuevo día.
Me levanto con la resaca de un diez de mayo vivido a la distancia en donde el furor no enardece como en México.
Aquí las mañanitas no despiertan a la gente a las cuatro de la mañana ni los cuetes espantan a los perros.
Yo me había levantado bien, pero a mi mamá le dio el diezmiyazo (fenómeno similar al cumpleañazo, que consiste en caer en estado depresivo ante el inevitable recuento de los años y los daños) así que de pronto, estaba imbuida por el lejano vértigo del día de las madres mexicano. Luis lo comprendió y volvió pronto con Alea que de paso había despertado sin dejar de decir mamá, mamá…así que Luis leyó una inevitable transferencia de la empatía mexicana y me la trajo de nuevo a los brazos…
Ellas, allá,  estaban felices…
Fueron al botanero, compraron pastel y me mandaban mensajes por wats y videos de cuando destaparon los regalos, yo me metí a  la cama con una cerveza, pero ya feliz con mi enana en brazos, metidos los tres en la cama.
En medio de todo eso, te fuiste tú, Martín.
Me levanté tarde a trabajar, eran las seis y media y tenía mensajes de Paty, de Gusi y de tu hijo.
De tu hijo Martín, pero si ni el teléfono nos habíamos dado.
Mi hermana estaba un poco en shock. Hablamos por Skype y me lo contó.
No convivimos mucho, lo sabes. Crecimos en ciudades distintas, con familias distintas, ideas distintas. Nos vimos dos o tres veces, mientras crecíamos y el tío Salvador unía a la familia, cuando él se fue, se fue también la familia a la chingada; pero no tú.
Aparecías de pronto, intempestivamente, con tu cara redondita, tu cuerpo afable, y me abrazabas, mientras me decías ¡primaaaaaaaaaaa!
Me gustaba ir a verte, saber que estábamos unidos por sangre, que éramos familia.
Aunque Patricia y yo crecimos lejos, de todo y de todos. La idea de familia era un concepto remoto, ajeno y con ello, las muertes.
Se han ido despidiendo personas extrañas, que nos cuentan de ellas, que fuimos familia; pero tú no.
Tú nos buscabas, intentabas recordarnos que, pese a la distancia, estábamos unidos, que somos familia.
Paty está enojada, muy enojada, porque dice que la vida se lleva pronto a los mejores, que la flaca se llevó contigo a una buena persona, ¡ya estará contenta! pasará mejores días.
Yo estoy lejos para abrazar a tu hijo, que me ha escrito, nunca he sido buena para esto, no puedo imaginar un dolor tan grande…
Hacemos los preparativos para que mi padre vaya a Querétaro a despedirte y acompañe a tu padre.
Yo no quiero pensar en que no te volveré a ver, estoy ya de por sí muy lejos.
Prefiero pensar que nos esperas del otro lado, en una mesa grande donde hay tacos de carnitas y barbacoa, cerveza y tequila, dile al tío Salvador que ahí ya no le valdrán sus reglas de patriarca y que podremos todos beber y fumar en su presencia, que hemos crecido y nos hemos multiplicado, besa a tu madre por el día, que decidiste darle el regalo de verte junto a ella.
El sol está ya entrando por mi ventana, ha dejado de llover, se alejaron las nubes que habían cerrado el cielo casi por una semana y puedo ver de nuevo el sol.
En México es de noche, seguro que los nuestros no podrán hoy dormir, estarán sumidos en la oscuridad de una noche muy larga, quisiera decirles que acá ya salió el sol, que yo sí pude dormir porque de este lado amanece siete horas antes y que el sol salió radiante, venció las nubes oscuras con las que libró batalla por siete días y que estoy segura que lo hizo para mí, para nosotros, para hacernos saber que el tiempo gris pasará y volverá a brillar el sol, ahí donde quiero pensar que desde ahora habitas y nos esperas en una mesa larga donde hay carnitas y barbacoa y cervezas y tequila…


No hay comentarios:

Publicar un comentario