¿Y qué si a mí no me coge eso de
coger?
Pues nada…
nada que no parezca fuera de lo
normal
normal como debe ser…
Debe ser
que me da flojera todo eso
del ritual eróticus
del brassiere
y la minificción del hilo dental
rojo pasiónnnnnnnnnnnn
así que
prefiero jugar póker
o
caras y gestos toda la noche.
Me niego a desperdiciar tanto tiempo
y esfuerzo en menudas tareas de seducción
como si de tanta facilidad se
hablara
o como si la putería no fuera
desgaste corpóreo y pensamiento complejo…
Así que fantaseo más con trasnochar
en la cantina
oyendo estupideces y patanerías
en deslenguadas noches etílicas.
No… si eso de la salivada, la
mezclada de fluídos y la cachondez
son asuntos de mucha envergadura y
seriedad
propios de cenáculos y pináculos
intelectuales y artísticos
de verdadera bocación
de auténtica degustación.
No debe consentirse bajo ninguna
circunstancia
delegar sus odas y elogios a seres
mostrencos
incapaces de penetrar
el sentido profundo de dos cuerpos
haciéndose uno
en la cama
de uno
o del otro
de todos
que uno somos todos
y todos también podemos hacer uno…
la gran metáfora del tiempo
posmoderno.
De esta incontrovertible naturaleza
de su universalidad
y contundencia
no puedo más que declararme incompetente
de concebir la vida del hecho
y por tanto
culpable
en el juicio a priori o posteriori
que de ello se desprenda
justamente justo.
¿Que si soy frígida?
Ajá puede ser…
como hay
budistas
herbolarios
abogados
fascistas
conservadores
y vanguardistas
en catálogos
de la RAE
del Palacio
de la CIA
y la AFI.
¿Que si soy freaky?
Ajá puede ser…
A quién se le ocurre
sugerir que prefiere comer a coger
dormir a
beber a
y muchos otros a.
No se puede con esta gente rara.
¿Que si me pierdo del placer innombrable
de la carne?
Ajá pues igual…
Igual la carne me gusta más en tacos
de bistec y al pastor…
Igual tu carne no lo es todo
igual puedo vivir sin ello
igual no importa
igual y qué si a mí no me coge eso
de coger.
Igual y no me importa.
Igual.
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